BECK HUNTER
Ha costado que todos pasáramos por el toro mecánico para poder volver a la mesa a seguir con el juego. En cuanto mi culo toma asiento, me bebo el resto de la cerveza de un trago.
—¿Y luego quieres que me vaya de aquí?
No puedo ver las verdaderas intenciones de Asher cuando suelta esa frase en medio de la nube de felicidad porque se aplasta contra mi pecho para reírse y abrazarme en el camino.
—Este lugar nunca defrauda.
Nate despeina a Asher y el hecho de tenerlos a los dos a cada lado de mi cuerpo, sonriendo, me hace volver a copiar su gesto feliz.
Va a ser verdad lo que dicen los Keller que la felicidad se esconde entre las montañas de Lellos.
—Tu turno, Beck.
Tomo la botella y la hago girar con más mesura que Nevan. Da varias vueltas por cada uno de nosotros antes de frenar delante de Eric.
—¿Verdad o atrevimiento? —pregunto.
—Atrevimiento.
Sabes que estás en confianza, cuando la elección de verdad queda relegada a un segundo plano porque todos saben tus secretos más oscuros. Sonrío de medio lado, conozco lo que le voy a pedir al tierno Eric.
—Tienes que conseguir que Rory te conceda una cita esta noche.
—Beck… —comienza Brielle no muy convencida de que su amiga vaya a ceder.
—Es mi puto sueño —dice el pobre gemelo—, pero ella me odia.
El gesto de niño tierno con puchero despierta en la única mujer de la mesa un sonoro «oww» que hace que se levante, deje el calor de Nevan y se siente al lado de Eric.
—Es que Rory odia a los tíos pesados.
—¿Estás diciendo que soy pesado?
La muchacha parpadea y busca ayuda en alguno de nosotros. Más allá de la risa floja de Miles ante su agobio, ninguno añade nada más.
—No, no quería decir eso.
—Sí, lo quería decir —vuelve a la carga Miles rebatiendo sus palabras.
Si las miradas matasen, estaría muerto y enterrado.
Brielle cambia el rostro a uno más dulce cuando mira hacia Eric de nuevo.
—Rory te ve como un niño, y tú le estás dando motivos para ello.
—Sabes que no soy un niño.
Ninguno de esta mesa es un niño, la vida no nos ha tratado de una forma dulce como para haber extendido nuestra infancia. Hemos vivido más cosas antes de los dieciocho años, que cualquier persona con una larga vida. Eso al final te curte, y entiendo que Colden haya querido proteger a los gemelos, son los más pequeños. Ellos se han afianzado en ese carácter más dicharachero y juerguista, pero también los he escuchado ser adultos, tomar responsabilidades y ser conscientes de que la vida no es un camino de rosas.
—Lo sé, y conoces que me encanta tu carácter, me robas sonrisas cada día, no obstante, a Rory no la vas a conquistar con una broma de mal gusto.
—¿Bailo con ella? —pregunta.
—No, tienes que enseñarle quién eres realmente, qué es lo que te preocupa.
Eric se queda pensando durante unos minutos. Se levanta, camina hacia la barra y el resto volvemos a hacer girar la botella.
No va a conseguir la cita de forma rápida, va a tener que remar a contracorriente durante toda la noche. Miro hacia su espalda, se ha apoyado con confianza en la madera saliente. Rory está hablando con él, con su ceño fruncido tradicional, o puede que no, puede que debajo de esa dura careta sí que haya la esperanza de encontrar alguien que la entienda.
Cuando vuelvo la atención hacia la mesa me topo con la mirada de Brielle, asiente con confianza, creo que me está queriendo decir que Eric va a conseguirlo.
Ellas son amigas, de las pocas chicas que se han quedado en el pueblo después de estudiar, así que entiendo que siguen tan unidas como siempre.
—¡COLDEN! —grita Wylan emocionado porque le haya tocado a su hermano mayor.
Él solo bufa a modo de respuesta, aunque he percibido una sonrisilla tímida de medio lado. Ama a sus hermanos, y pasar tiempo con ellos entra dentro de su ecuación favorita.
—¿Verdad o atrevimiento?
—Atrevimiento.
—Venga ya —comienza Miles—, tú más que nadie deberías de haber elegido verdad. Quiero saber lo que sucedió aquel día en el río.
—Por eso mismo he escogido atrevimiento.
Suelta la frase con esa seguridad que tiene en cada momento del día.
—Mañana tendrás que hacer una rutina de belleza con Brielle. Tienes que dejar que te ponga una de sus mascarillas verdes.
Ver a Colden Keller, con su porte de vaquero malhumorado, con una mascarilla verde y unas rodajas de pepino en los ojos, es el cielo de la felicidad.
No me lo perdería por nada del mundo.
—¡Venga ya! —dice mirando a todos, pero en concreto a Wylan que ha sido el que ha lanzado la idea—, ¿qué hay de pedir una cita o de subir al toro mecánico?
—Te saldría todo a la primera y no tiene gracia.
—¿Y untarme la cara de potingues sí que tiene gracia?
Lanza la pregunta creyendo que alguien lo va a apoyar, no es el caso.
—A tu favor, diré que tu rostro necesita mucha hidratación, pasas demasiado tiempo al sol y el frío de las montañas rompe tu barrera cutánea.
Las cejas de Colden bailan por su rostro ante el comentario de Brielle.
Joder, es que no me lo pierdo por nada del puto mundo.
—¡LO HE CONSEGUIDO!
Todos nos giramos hacia Eric.
Si abriese más los ojos, creo que perdería el globo ocular.
—¿Ha aceptado la cita? —pregunta Nevan extrañado.
Todos perfilamos el mismo grado de extrañeza.
—Mañana, en el Rancho.
—¿Rory te ha dado una cita mañana?
Si Brielle está extrañada, es porque es raro de narices.
—Sí.
—¿Qué le has dicho? —pregunta mientras Eric toma de nuevo asiento.
—Le he dicho que Manchas necesitaba ayuda, lleva raro unos días y tengo miedo que se muera.
Se hace el silencio en la mesa.
Manchas es uno de los perros de los Keller. Es bonito, agradable y una bola de pelo que enamora solo con mirarlo. Esta mañana lo he visto feliz correteando por el jardín.
—¿Manchas está enfermo? —pregunta Miles mirando hacia Colden.
Todos se giran a él, como si el hermano mayor tuviera la respuesta.
—No.
Colden no añade nada más, así que todos volvemos a Eric.
—¡Que es una mentirijilla! Pero si Manchas está en la ecuación, Rory no lo piensa ni dos segundos.
Todos estallamos en carcajadas por la sutileza del gemelo.
Rory es la hija de los veterinarios de Lellos. Ella quiere seguir los pasos de sus padres, sin embargo, al compaginar los estudios con el trabajo no tiene la capacidad para ir estudiando año a año.
—Te va a matar —sentencia Brielle lo que hace que todos nos riamos sin poder frenarlo.
Joder, que bien sienta estar aquí de nuevo. Voy a echarlos de menos cuando vuelva a mi vida normal.
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