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Foto del escritorNerea Pantiga

CAPÍTULO 5. EL PESO DE LA VIDA

Actualizado: 18 feb


BECK HUNTER


Lo de que la furgoneta que tienen para hacer la compra y algunos recados, estaba ocupada, era una falacia que debería de haber sabido ver con anterioridad. Todos nos subimos a la parte trasera y abierta de la camioneta, mientras Colden conduce hasta el único bar del pueblo. A su favor he de decir que tiene más encanto que algunos de lujo en los que he estado. 

El Cow no tiene nada que envidiarle a los de una gran ciudad. Tienen buena bebida, música todo el día y mucho ambiente. 

La atmósfera de Lellos, lo desees o no, te abraza por los cuatro costados. 

—Afloja ese ceño fruncido —dice Miles mientras me rodea contra su cuerpo. 

Ha decidido ponerse a mi lado para no tener que estar cerca de Brielle que va cantando una canción que está enseñando a sus alumnos de primer grado. 

El letrero luminoso del Cow nos saluda cuando la furgoneta toma la calle principal del pueblo. Según lo que me contó Asher, después de que una ventisca lo tumbara la primavera pasada, todo el pueblo ha estado trabajando para adecuarlo a la situación climática de Lellos. Ahora brilla más. 

Las luces, que simulan las manchas de una vaca pinta, tiene un tono más amarillo del que tenían con anterioridad. 

—¿Preparado para volver a disfrutar como este cuerpo se merece?

Sé que Miles valora mi trabajo, pero del mismo modo que yo no entiendo muchas partes de su vida, él no es capaz de proyectar una fuera de estas montañas. Mis continuos viajes de lujo son algo que se escapan a su entendimiento. 

—No pongas demasiadas expectativas si no quieres joder la noche antes que dé comienzo. 

Eso no lo he dicho yo, sino Brielle al pasar por su lado. 

Ninguno de los dos responde, accedemos de forma automática a través de las puertas de madera del local. Hablar de madera en este lugar es referirse a un eufemismo porque toda, absolutamente toda la decoración, es de madera. 

Y no es lo único que llama la atención, la música country a todo volumen es otra de las grandes características. 

On the road again suena a través de los altavoces y Nate, junto a Nevan y los gemelos, se ponen a bailar al ritmo de la famosa música. Alguno de los lugareños les aplauden, y otros se unen a la improvisada pista de baile. 

Evito hacer el ridículo movimiento las caderas, así que empujo a Miles hacia una de las mesas, mejor dicho, la mesa de los Keller. La misma que llevan utilizando desde que tengo uso de razón y venía a tomar una cerveza con ellos para desconectar del día. 

Eric se une a nosotros, baja el sombrero cuando toma asiento. 

—¿No te ha convencido el baile? —pregunto como un idiota antes de darme cuenta de que el mayor de los gemelos no ha abandonado la pista de baile por aburrimiento, sino porque la camarera se acerca hacia nuestra mesa con paso decidido. 

—Siempre es un placer tener a una estrella por este lugar —suelta la morena junto a la bandeja que cae sobre la mesa con fuerza. 

Me levanto, le doy dos besos y vuelvo a mi asiento sin añadir mucho más. Rory me da miedo, así de simple. Impone solo con una mirada. 

—¿Lo de siempre? —pregunta al aire.

Eric sonríe como un idiota, y no lo digo como un calificativo desde mi punto de vista, es que realmente parece idiota enseñando todos los dientes y elevando el mentón para que Rory se fije en él. 

—Sí, a nosotros nos pones una cerveza —añade Miles—, y a Eric el biberón. 

Ese comentario aporta lucidez al pequeño de los Keller que vuelve a su postura y carraspea. 

—Estás muy guapa hoy, Rory. 

Ha sido listo y ha evitado meterse en una confrontación con su hermano. 

—Lo sé.  

El comentario de la camarera hace que me lleve con rapidez la mano hacia la boca para evitar que se note mi carcajada. 

Eric se ha quedado tan anonadado que no puede añadir nada más antes de que ella vuelva a la barra. 

—Eres un crío, asúmelo. 

Joder con Miles, lo noto más irascible que de costumbre y eso ya es mucho decir. 

Eric achina los ojos. Le ha dolido el comentario. 

—Rory es una tía dura, no se lo tengas en cuenta, ninguno tenemos una oportunidad con ella. Incluso creo que nos odia por el simple hecho de ser tíos. 

Ha sido lo único que he podido añadir para liberar algo de tensión. Me encuentro con una mirada de hartazgo por parte de Miles. Él quizá lidia con el enamoramiento de su hermano cada día, pero a mí no me sale decirle al pobre chaval que no tiene ni una mísera oportunidad con Rory. Acaba de cumplir dieciocho años, cree que el amor es lo más importante de su vida. 

Si no estoy mal informado, Rory tiene la misma edad que yo, la vida la ha curtido y no está nunca «para chorradas». El ceño fruncido es una pista de ello. 

—¡Voy a ayudarla con las bebidas! —suelta el insensato antes de hacernos caso a ninguno de los dos. 

No me queda más que mirar asombrado a la carrera que se pega hacia la barra. 

—Este tío no aprende…

—Oye, —me giro hacia mi amigo obviando a Nate y a Asher mover las caderas— ¿qué te ocurre a ti? 

—¿A mí? Absolutamente nada. Todo está como siempre. 

—No tengo esa percepción.

Y mucho menos con lo cortante que es con todo aquel que le dirige la palabra. 

Está a punto de abrir la boca cuando Rory llega a la mesa resoplando. 

—Eric, es mi trabajo. Tu cerveza tiene un añadido de precio por poner impedimento en mi cometido. Que disfrutéis de vuestras bebidas.

Al contrario de lo que pueda parecer, el gemelo no baja los brazos y la sigue de vuelta a la barra.

Echo un vistazo rápido a la interacción de esos dos. Vuelvo la mirada a Miles antes de preguntar: 

—¿Tengo que preocuparme por él?

—No. Rory un día le grita y al siguiente le sonríe. Está más mareado que un tiovivo. 

—Pero es Rory. 

Con ese comentario él debería de darse cuenta de lo que quiero decir. 

—Incluso a Rory le gusta un cariñito de vez en cuando. 

No sé por qué tengo la sensación de que en el comentario de Miles hay algo más, un mensaje oculto que no sé leer, pero me quedo con la intriga porque el resto del grupo llega a la mesa como un huracán. Incluso Colden se sienta después de haber estado hablando en la entrada con varios lugareños. 

—¿Quién se anima con un «verdad o atrevimiento»? 

Juro que prefería mil veces que Brielle estuviera bailando modo «hada loca del bosque» antes que dar ideas que solo pueden tener un final de mierda. 



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